No.
Era una estupidez. No, no, no.
“A
menos que quieras que responda”
Había
una terrible y enloquecida temeridad en mi interior. Se revolvía dando vueltas
y chocaba contra las paredes de mi cabeza, un estrépito de cosas que no
llegaban a ser pensamientos. De hecho, pude ver cómo se manifestaban al mirarme
en el espejo: mis propios ojos me devolvieron la mirada, demasiado abiertos,
con las pupilas demasiado dilatadas. Me pasé la lengua por los labios y, por un
momento, no fueron los míos. Pertenecían a otra mujer, mucho más valiente y
estúpida que yo.
El
cuarto de baño no estaba a oscuras gracias a las paredes brillantes, pero la
oscuridad adopta muchas formas. Cerré los ojos y le hablé a la negrura que
había bajo mis labios.
-
Nahadoth – dije.
Mis
labios apenas se movieron. Solo había insuflado a la palabra el aliento suficiente
para hacerle audible y nada más. Ni si quiera me oí yo misma entre el ruido del
agua corriente y los latidos de mi corazón. Pero esperé. Dos respiraciones.
Tres.
No
sucedió nada.
Durante
un instante sentí una decepción totalmente irracional. Tras ella llegó al
instante una sensación de alivio y de furia contra mí misma. ¿Qué me pasaba,
por el Maelstrom? En toda mi vida había hecho algo tan estúpido. Debía haber
perdido la razón.
Le
di la espalda al espejo… y en ese mismo instante las paredes se oscurecieron.
-
Pero qué… - comencé a decir y una boca se posó sobre la mía.
Aunque
la lógica no me hubiese dicho de quién se trataba, lo habría hecho el beso. No
tenía sabor, solo humedad y fuerza, y una lengua ávida y ágil que se enroscó
alrededor de la mía como una serpiente. Su boca estaba mucho más fría que la de
T´vril. Pero sentí que un calor de naturaleza distinta se apoderaba de mí como
respuesta y cuando unas manos comenzaron a explorar mi cuerpo, fui incapaz de
impedir que mi cuerpo se retorciera para salir a su encuentro. La respiración
se me aceleró al sentir que, finalmente, aquella boca reclamaba la mía y
penetraba en mi garganta.
Sabía
que tendría que haberlo detenido. Sabía que era su manera preferida de matar.
Pero cuando unas cuerdas invisibles me levantaron en vilo y me inmovilizaron
contra la pared y unos dedos se deslizaron entre mis músculos para interpretar
una música sutil, pensar se hizo imposible. Aquella boca, su boca, estaba por
todas partes. Debía de tener una docena de ellas. Cada vez que yo gemía o
gritaba, una de ellas me besaba y se bebía el sonido como si fuese vino. Cuando
podía contenerme, su cara se pegaba a mi cabello. Su aliento era suave y rápido
junto a mi oído. Traté de alargar los brazos, creo que para abrazarlo, pero no
había nada allí. Entonces sus dedos hicieron algo nuevo y comencé a gritar, a
gritar con toda la fuerza de mis pulmones, pero volvió a taparme la boca y
desapareció todo sonido, toda luz, todo movimiento. Los había engullido por
completo. No había nada más que placer, un placer que parecía prolongarse por
toda la eternidad. Si me hubiera matado allí mismo, había muerto feliz.
Entonces
desapareció.
Abrí
los ojos.
Estaba
en el suelo del baño. Tenía los miembros flácidos, temblorosos. Las paredes
volvían a brillar. A mi lado, la bañera estaba llena hasta el borde de agua
humeante. Los grifos estaban cerrados. Me encontraba sola.
Me
levanté, me bañé y volví a la cama. T´vril murmuró en sueños y me rodeó con un
brazo. Me acurruqué contra él y, durante el resto de la noche, me dije que
temblaba de miedo, nada más.
Me encanto este libro... tiene muchos fragmentos que merecen ser recordados, sobretodo en los que aparece Nahadoth como este -me gustó mucho el personaje :P
ResponderEliminarHola guapa!!
ResponderEliminarUy, pues voy a tener que echarle el lazo a este libro, que pinta bien ;)
Un besote y gracias por las frases cielo!